nunca debemos dejar que esta vela se apague en nuestros corazones.
parte de los escri tos Para Cecilia 2014.
con todo mi amor para ti.
La
vela del amor.
Hubo una vez un antiguo rey, que muy enamorado de su
reina se preguntó mientras veía el rostro de ella al dormr.
- ¡cómo te amo! es indescriptible esto que siento por
ti, ¡pero! ¿Cómo podré para siempre retener tu amor? ¿Cómo haré para que
siempre que nos veamos surja de nuestros corazones el torrente de emoción?
¿Cómo haré para que siempre pienses en mí? ¿Cómo haré para nunca perder la guía
que me dan tus bellos ojos?
Así pasó aquella noche viendo el sereno rostro de su
amada, mientras ella dormía, mientras él estaba seguro que sus sueños le
pertenecían. Así se quedó dormido, entre el éxtasis y la meditación.
Al día: inmediatamente mando llamar a los hombres más
sabios, a las viejas que dan consejos, a todos los amantes de su reino: les
reunió en la biblioteca principal, todo mientras su reina hacia un viaje a una
villa cercana. Así les dijo:
- les he traído aquí, ¡Ho...! sabios y conocedores del
amor. No ha sido sólo pues para exaltar vuestras virtudes; como se hoz dijo,
¡no! Les he traído, porque deseo saber cómo hacer: para que nunca, nunca,
¡nunca!, el amor se convierta en costumbre, que nunca sea un compromiso nada
más, que cada día pueda ver a mi esposa, y ella me vea a mí, con el palpitar y
el corazón del colibrí.
Así pues estuvieron aquellos hombres, pensando en grupo
y a solas, pero ninguno se atrevía a dar un consejo al rey, ya que temían, no
sólo no ser eficaces, si no más a dar un mal consejo de efecto contrario a los
deseos de sus majestad.
El rey iba de acá para allá, como león enjaulado e
inquieto, esperando la respuesta como trozo de carne, que saciara su sed de
saber y placer.
Interrumpido pues el conserje, después de ver a
aquellos hombres, pensando y pensando sin parar, pensó en lo feliz que él era
al lado de su esposa y dijo al rey con algo de temor.
- mi señor, si no os incomodan las palabras de este tu
servidor, yo puedo deciros la forma que ha dado vida a mis días, que ha dado
vigor constante a mi amor.
El rey un tanto impresionado por las palabras de aquel
humilde hombre le dijo:
- ¡habla pues! que lo que salga de tu boca sea de
provecho a tu señor, ya que es todo el pueblo el que goza, cuando sus
gobernantes conocen del amor y son felices, así el amor, a mis hijos y esposa,
lo aplicaré a las leyes y mandatos, habla pues por ti, y todos los tuyos, te
hago consciente sólo, de la responsabilidad de tus palabras.
Así comenzó entonces el conserje:
- de la vida he aprendido, no por libros mi señor, si
no por el pasar de las ruedas, de los años, de todo; que esta es una fuente, de
la cual nuestras obras hacen la calidad de su agua. De nuestras acciones, de
nuestros pensamientos se alimenta esta fuente.
Así mi rey, mis consejos no servirán de nada, si
primero no actúas con toda rectitud, ya que de ella beberán tú y los tuyos.
El rey lo observa sorprendido, y lo invita con un
Ademan de manos a continuar.
Sigue pues el conserje:
- mi rey, el amor, es como esa vela; que tímida y
tremola se agita con el viento.
Primero: es algo delicado, suave, no una ráfaga que
debas agotar de una vez.
¡¡Ho...!! Mi rey, has siempre de protegerla de los
vientos fríos, es en ellos donde tus manos y tu cariño, servirán más que tus
palabras. Es menester siempre tenerla cerca, ¡más no la asfixies por favor! que
la falta de aire, es capaz de extinguir hasta la más grande de las hogueras.
Mi rey, y no es tampoco de esperar a que la cera se
agote, cuando veas que ya no queda combustible, busca entonces un nuevo tipo de
ceras, de diferentes perfumes, de diferentes colores, de diferentes alturas, de
diferentes cosas que hagan vivir esa flama, ¡esa flama es a la que tú no debes
dejar apagar! porque ella simboliza a vuestros corazones.
Este es mi rey el consejo de tu servidor, el que espero
sea de provecho a ti y a todo nuestro pueblo, los sabios pueden hablarte de
como conquistar un reino, pero yo te he hablado de cómo mantenerlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario