martes, 23 de septiembre de 2014

El Fantasma Historia Segunda

Segunda parte de la historia del fantasma, en esta ocasion en un extraño ¿sueño?



¡Quiza los sueños sean mas reales de lo que pensamos!



Historia Segunda.

Espíritus vegetales.

Caminaba yo por la acera vacía. El sereno nocturno incitaba mi pasión, ¡Mi motivo!, ¡Mi espíritu de aventura!, un extraño recuerdo viene: ¡de antiguo!, ¡de magnifico!, ¡de arcaico!
Sera que mi nueva condición expande mi memoria a tiempos remotos, no recuerdo nada de mi vida, pero sí, de la llanura.

Caminó por el bosque: en mí, todo el ímpetu del cazador: Adornado voy de pieles y dientes de bestias. Por mi rostro, el viento corre fabuloso. 

Tarde algo en darme cuenta que por mi mente no fluía lenguaje alguno. Esto era lo más parecido a no pensar: ¡no hay ningún ¡Yo!! Que pueda describirme el paisaje, no hay ninguna voz que domine mis acciones, ¡solo voy! En mi esta fija la imagen de mi presa, veo los posibles escenarios de captura mientras corro, de entre ellos voy por el más accesible, ¡por el más provechoso!, Así sin más, la tengo en mis fauces. Cada trozo de carne que atraviesa mi garganta, es como un viejo y conocido compañero, su frescura y solidez, incitan mi paladar a un veloz frenesí. 

Todo en ese momento es perfección. No hay stress, todo sirve única y exclusivamente para disfrutar mi alimento. 

Ya satisfecho, corro hacia mi cueva, en ella; ¡Mis amadas paredes!: Las he convertido en un homenaje a mi propia vida, hay en toda su extensión pinturas de cacería, ¡De grandes bestias!, ¡De hermosas plantas!, ¡De mis propias manos! Dentro de la caverna corría un pequeño y simpático arroyo: Sus aguas son tan claras y frías como la más hermosa media noche. 

Por el techo de la cueva se deja caer un delgado rayo de luz solar; reflejándose en las frescas aguas y dando vida a su sigilosa corriente. 

Relajado tomo del suelo un gracioso honguito: Es amarillo y con delicados tonos marrones en su base, ¡lo cómo! y luego de un instante todo se distorsiona: Las paredes de la cueva parecen rectas y delineadas formas, hay triángulos y círculos perfectos en todo mi derredor, sonidos armoniosos se unen al agua en caída, ¡el viento, y el rozar de las hojas!, ¡Es todo tan natural!

Se conduce el agua por la intrincada roca, y al hacerlo reproduce un constante e hipnótico sonido, del cual parece provenir una voz extraña. Esta me habla de mí mismo, en especial de cómo se disocia uno del ambiente, cuando la escucho ella misma es todo mí ser, se mueven por si solas mis extremidades, y yo soy solo para la voz: ¡analiza mis acciones!, ¡pone juez a lo que debe hacerse!, el hongo trajo hacia mí un espíritu consejero, ¡Un maestro!

Al final la historia desaparece, un gran vacío sirvió de guion a la siguiente escena. 

En ella estoy tirado en una charca de lodo, ¡Es todo tan relajante! ¡Tan cálido! Junto a mí un hongo a medio comer. ¡A lo lejos un ser invisible me llama nuevamente! vienen empaquetadas en su voz las imágenes que trae a mi memoria aquellos recuerdos. Ahora a cada imagen le adorno con una serie de sonidos provenientes de aquella voz lejana. Lentamente caigo en un extraño mareo: así ciento mi cuerpo envejecer, y mientras tanto la voz se acerca a mí, a tal punto de ser indistinguible: por instantes parece venir de fuera, y por otros es como si yo y la voz fuéramos uno solo.

El hongo ha traído a mí, desde un área lejana de mí mismo, la asociación entre el símbolo y el recuerdo: ¡El lenguaje! ¡Sí! Por primera vez me estoy hablando a mí mismo, ¡Por primera vez!, ¡estoy pensando!
Así regreso nuevamente a mi presente. ¿Es acaso ese mi primer recuerdo?, ¿pero cómo podría yo ser el fantasma de aquel antiguo ser? Recordé por un instante mi anterior obsesión con la Datura, ¿Será que aquella planta tiene algo para mí.

En ocasión de este pensamiento decidí buscarla. Anduve por un rato de aquí para allá, prestando atención a todo en derredor, así llegue hasta un  puente: Bajo el; un débil y raquítico rio se extendía cual si fuera la columna vertebral de los cerros. No pensé mucho en lo debido, todo surgió como si aquello fuera ya un acto prefabricado. Camine por sus orillas por un rato, la mágica luna llena daba a todo una leve fluorescencia. 
 
Así llegue a un campo de rocas: eran estas lisas y ovaladas, y allá, junto a un árbol viejo y seco. Se encontraba la planta que tanto había buscado: Sus hojas verdes y puntiagudas, dan razón a la sutileza con la que se trata a este ser. Juntamente su fruto: ¡como la maza de un guerrero!, ¡defiende a su madre!, ¡protege el secreto! Me acerque lentamente, cada vez me encontraba más cerca de ella. ¡Así se me presentó! Sin aviso, ni señal alguna: Una Vieja bruja: vestía esta con ropas andrajosas de color marrón, delgados y blancos cabellos inundaban su cabeza, su piel arrugada asimilaba a viejos pergaminos, sus ojos rellenos de malicia y astucia miraban fijos hacia el rio. 

Vivía junto con la planta. Ella misma no era un ser independiente de la datura, estaba sentada en el mismo lugar, compartían tiempo y espacio. Aquella escena me pareció de lo más extraña.

Decidí rodearla, tratar de captar toda su dimensión: Así vi como su columna vertebral se entremezclaba en una sola masa con las raíces de la planta. 

Así sin aviso previo escuche la voz seca, lúgubre y áspera de la bruja.

   ¿Para qué me busca? ¿Para el bien, o para el mal?

No supe que responderle, por un momento pensé que era una pregunta criptica.

   Supongo que la busco para el bien, quiero conocer, entrar en una nueva etapa.

Ella pareció inerte por un instante, con su mano fantasmal atravesó el fruto de la datura, extrajo de el una especie de plasma, la planta no se vio afectada en lo más mínimo, es más, parecía gozosa de entregar su esencia a la bruja. 

Al final llevo ella a su boca la extraña sustancia: ¡Abrió sus ojos repentinamente! Tal como si una tormenta eléctrica se desatara por todo su cuerpo. Así después de este pequeño éxtasis, tornó su cabeza hacia el cielo; asintió lentamente como si acabara de ser autorizada por la madre luna. Así se dirigió nuevamente a mí.

   Ella no me ha prohibido dirigirme a usted. 

   Así como la vida muere todas las noches, se entrega a los sueños el cuerpo en estado profundo. Así las semillas de mi ser, el cual he conjurado con la planta; podrían hacerte viajar. 

La bruja se tambaleaba de acá para allá, mientras me decía estas palabras:

   El corazón palpitará y correrás por un largo pasadizo, luces de todos colores irán de acá para allá, como si fueran locos cometas. ¡Los brujos en profundo eco!: Se repite por el infinito el antiguo y secreto mantra: Debes hacer tu propia canción, la música deberá provenir de ti mismo, ¡Ni luz! ¡Ni oscuridad!: Ambas son solo grados en una escala infinita. ¡Pa… pa… pa… pa… ¡Pa…! ¡Buee...! Repite el sonido hasta que el mismo sirva como una escalera hacia el más básico de todos los pensamientos. 

Todo al principio me pareció indescifrable, ¡pero aun así! hube de sentirme como un niño cautivado por una bella canción de cuna. 

La bruja acerco hacia mí su mano, ofreciéndome la gelatinosa sustancia extraída del fruto de la datura. La tuve ya entre mis labios, la probé: Su sabor era extraño, acre y áspero. El cielo se tornó rosa y cálido, era como estar consciente en un extraño sueño, Mas mantenía aun conexión con la realidad: sabía quién yo era, sabía dónde era que yo estaba, sabía que todo era producto de la datura fantasmal. ¡El límite entre las montañas y el cielo!, ¡el contraste entre el cielo y la tierra!
Escuche nuevamente la voz áspera y extasiada de la bruja.

   ¡ja… ja… ja…! ¡No temas cerrar los ojos!
Al ella decirme esto, baje de súbito mis parpados. Y las imágenes comenzaron a danzar: Había allí patos y bellos peces de colores moviéndose rítmicamente al son de los latidos de mi corazón.
Todo al principio fue total confusión, las imágenes venían de acá para allá, sin ningún sentido aparente. Tras un lapso sin tiempo, todo se concretó en un bello jardín: En el centro de este; una hermosa y simpática fuente. Pequeños patitos en fila tras de su madre iban por el suelo. Me acerco a la fuente, y vi en ella hermosos peces. 

El ambiente de este lugar era algo realmente peculiar, era más bien como un mundo al margen de la realidad: A lo lejos se percibía un eco lejano, ¡Todo había de sentirse tan fantástico! Como si en ese universo lo único que existiera fuera yo, y ese misterioso jardín. ¡A veces dotado de un extraño sentido; de leve vibración!, ¡y en otros desprovisto de vida, o razón! Pero aun así, tuve que sentirme a gusto. Cerca del jardín se encontraba una residencia: Extraños seres tuvieron que habitarla.

Me dirijo hacia ella, como si fuera llamado por un ente en el interior de la casa. Al traspasar el portal de entrada, figuras fantasmales iban y venían; sus retorcidos y atormentados rostros me causaron escalofríos.
Seguí caminando, tratando a toda costa de ignorarlos. Voy por el pasillo principal, a mi lado derecho se abre una puerta, de la cual sale una figura esquelética caminando lenta y rítmicamente, la cual se pierde nuevamente al entrar en la puerta izquierda. 

A lo lejos diviso una gran silla, como si fuera el trono de aquella gótica mansión. En ella sentado un enorme duende: Hermosas Hadas acarician sus orejas, sus mejillas regordetas y el rostro sonriente. Así se dirige a mí con voz suave, un tanto rasgada pero feliz y fascinante.

   El rey duende: He visto muchos viajeros por estos lados, todos vienen acompañados del miedo y la desconfianza. ¡Pero a ti te ha traído la bruja! Cosa que es de rescatar.
No pude menos que sentirme intimidado ante aquel ser, y le respondí tímidamente.

   Explíqueme mi señor, ¿Qué lugar tan extraño es este?
El entrecerró sus ojos, volteó a verme con aires de desconfianza y contesto a mi pregunta con suma paciencia, pero con un tono de ironía.

   La vida de los humanos puede a veces llegar a convertirse en un mar de sin sentidos, las emociones y pasiones los esclavizan, y no se percatan de lo extraño y maravilloso que es el mundo, el universo y la totalidad misma.

   Como vez, no admiro nada en el mundo de los hombres, el sentido de la vida se encuentra en los colores de las plantas, en el aleteo de las mariposas, en las hermosas puestas de sol. 

   Tú vienes de un mundo en ruinas, donde los altos edificios te impiden ver; donde las casas se alzan como prisiones, y donde en trabajo se ha convertido en un martirio.

Ahora sigue con nostalgia en sus ojos.

   Hubo una época en donde ustedes fueron libres y felices, una época simple y armoniosa. Oíais el cantar de las aves, seguíais las rutas de los ríos, el amor lo encontrabais en cada estación.

   Pero ahora duerme pequeño niño, que este mundo es solo una ilusión para ti.

Así desperté del sueño de la datura. La bruja había desaparecido, el rio fluía junto a mí, y el ambiente árido de aquella noche fría incitaba a la nostalgia por aquellos días en los cuales corría por la sabana.

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