Charlas con
el árbol solitario.
Cuarto
Saludo:
El espejo y
los sentidos.
Había
decidido ese día no hacer nada más que descansar; el levantarse demasiado
temprano siempre me ha parecido antinatural.
Me gusta
cuando al despertar es el sol quien rasca suavemente sobre mis párpados.
¡No he querido
desayunar!
Deseo
únicamente undir mi cuerpo en el arroyo.
En el
arroyo.
Nunca nada
podrá igualar a esta agua fresca y dulce; de frías corrientes y ecos lejanos.
Veo a la
distancia un charco claro y de fondo oscuro, a él me dirijo en la total
desnudez.
¡Y mira que
no encuentro nada más que mi reflejo!
Me veo en
esta mañana; alegre y sonriente, ¡vivaz y profundo! ¡De una majestuosidad
increíble!
¡Así!
enamorado de mí mismo, sigo viéndome sin parar.
Lentamente
mi rostro, con el paso de los minutos, se torna hacia mi cada vez más ajeno:
sutilmente veo trasformar de hombre a mujer mis gestos.
¡No soy yo,
quien está en ese reflejo!
Más si es
alguien a quien amo mucho, alguien a quien solo he visto en mi imaginación: ¡A
mi bella imago!; la mujer de quien seguro me enamorare algún día.
¡Ha...! Si
esto no ha estimulado de gran manera mi imaginación.
¡Ha...! Si
esto no ha tocado la fibra más sensible de mi curiosidad.
¿Cómo es
posible que yo tenga dos mismas percepciones de los reflejos de este espejo?
¿Miro yo el
mundo de una forma diferente y única? ¿O es que ya está definido todo sobre los
colores?
Así decido
levantarme y seguir mi camino. Hay un sinfín de preguntas que acojo en mi
corazón, y las atesoro como aquello que me hace único.
¡Un ser se
diferencia de los otros por el tipo de preguntas que hay dentro de él!
Retire mi
rostro del reflejo y coloqué nuevamente mis ropas; más sentía juntó a las mías
a otras manos que me ayudaban a asegurar los broches y botones del pantalón; de
la camisa; ¡de todo mi ser!
Al caminar
no eran solamente mis pasos los que por el camino iban...
Me vi
entonces caminando en compañía: es una bella fantasma quien a mi lado va
contemplando el mundo.
¡Por algún
motivo; yo sabía que ella era dueña de mis ojos!
¡Por algún
motivo; ella sabía que mi visión le pertenecía!
Mas no
veíamos lo mismo; para ella las flores contenían aún más vida y emociones.
No eran nada
más un perfume; ¡eran destellos de alegría!
Sentí a yo
por su piel lo ligero del viento, por su
nariz, lo impuro de los charcos y estanques, lo delicado de una caricia, y el
frío de los aires ajenos.
Cercano a
ambos pasa sinérgico y alborotado el enjambre de mariposas: ¡ante ellas quedo
petrificado!, ¡como simple espectador de hechos milagrosos!
Ella sonríe
finamente y extiende sus brazos, deja al enjambre circular por todo su cuerpo;
tal como si este fuera la corriente de un turbulento rio y la bañara de
alegría.
¡Qué abismal
la diferencia entre un ser y otro!
¡Cómo la
percepción toma diferentes sentidos, en dependencia de los ojos que miren!
¡Puedo ver a
través de su mirada!; son distintos los tonos de la hierba, los sonidos lejanos
no existen, los ecos de tiempos olvidados cantan alabanzas a cosas que jamás
había pensado.
Sus risas
son más pícaras y potentes; como un dique a reventar es la consciencia
queriendo retenerlas: ¡es una mirada tierna! ¡Es un chiste inocente quien la
hace estallar tibia y fulgurante!
¡Ho! ¡Si
habían visto mis ojos tan hermosa sonrisa!
Llegamos; y
es ella la que corre a abrazarle, no limitándose ante la idea de un rechazo; le
añora tanto que sabe será bien recibida.
Sube a las
frondosas ramas, y se pierde en aquella abstracción maravillosa. Allí aguarda
el momento para nuevamente dar vida a las más prodigiosas ideas.
Así le digo
entonces a mi amigo árbol.
- ¿Qué es mi
amigo y compañero lo que me ha pasado hoy?
Una leve
brisa comienza a caer; llenando en un nuevo verdor las hojas del árbol.
Hay en una
rama fuerte y robusta dos hojillas, que creciendo paralelas buscan la forma de
ser libres.
El recio
viento les arranca de improvisto; las aleja de la protección paterna, mientras
caprichoso y burlón se divierte con ellas.
Luchan en
caída; ¡queriendo resistirse al destino!
Y si es que
han de juntarse de nuevo; que sea también en el justo momento; ¡ni antes, ni
después de haber respirado por suficiente tiempo de los aires del mundo!
Se reconocen
la una a la otra; más ignoran en todo sentido que su parecido viene dado porque
compartían del mismo alimento; cuando no;
de las mismas crianzas y costumbres.
Danzan juntas mientras caen al suelo, y por fin convertirse en el
fecundo abono del futuro.
La brisa evoluciona de súbito en ventisca, y es entonces cuando
pregunto al árbol solitario:
- Saludos, mi fiel y sabio amigo, he venido este día a ti, como lo hace
el justo frente al altar, mas no he sido solo yo, ya que he visto en mi mismo,
más de una garganta.
- Son pues varias voces las que por mi boca se pronuncian, son más de
unos ojos, los que en este día te saludan.
Una pequeña sacudida da paso a las siguientes palabras por parte del
árbol:
- ¿Si? ¡Ya veo! ¡Sabes mi amigo, que desde hace tiempo has venido
siendo engañado!
Arqueó levemente mis cejas y cuestiono al árbol.
- ¡A mí! ¿Dime, quien me ha engañado?
Un aire de serenidad y sosiego llena el aura del árbol.
- Los más grandes mentirosos, que caminan a diario con todos los
hombres y mujeres, esos tus propios sentidos.
- Lo que hoz muestran vuestros ojos; es la más grande de todas las
mentiras posibles.
- Eso que hoz hace creer vuestro olfato, no es sino una lamentable
calumnia hacia la esencia de las cosas.
- Lo que tus manos tienen por Frio, tibio o caliente, solo llega a
llamar Como tres estados, a categorías que rozan el infinito en alguno de sus
polos.
Así le interrogo de la siguiente forma.
- ¿Donde está pues la verdad? ¿Dónde la esencia de las cosas?
El árbol parece sonreír al pasar un saltamontes de una de sus ramas a
otra.
- ¡La verdad no es sino un sueño para seres que como nosotros somos
esclavos de los sentidos!
- Debes siempre que desees ser objetivo, analizar al máximo la cosa de
la que buscas su causa y su razón de ser, y no pienses tampoco que esa razón es
lo más elevado sobre la cosa que es objeto de tu verdad; ya que es una verdad
solo tuya y por tanto permeable a más poderosos y precisos análisis.
- Con esto te digo que nunca haz de creerte dueño o señor de tu verdad
que, aunque lleves a su máxima perfección, ese máximo está limitado a ti mismo.
Colocó entonces mi mano izquierda sosteniendo mi barbilla y
entrecerrando mis ojos pregunto nuevamente al árbol.
- ¿Pero y quien es entonces la que me ha seguido hasta aquí?
Me responde el árbol al ver yo fijamente la frondosidad de sus raíces.
- Todo hombre y mujer, lleva dentro de sí varias almas, hay varios, y
no solo tu habitando dentro de ti.
- Estos algos provienen justamente de las circunstancias externas e
internas de ti mismo.
- Estos seres se tornan así buenos o malos, a raíz de las
circunstancias, y ellas mismas son al final quienes dictaminan su propia moral.
- Tú eres producto de lo que se te enseña a desear, de lo que se te
enseña a amar, de lo que se te enseña a creer.
- Debes si quieres la sabiduría; forjar para ti una nueva moral, o como
te enseñe antes, un nuevo espíritu, propio para ti.
- Ella no es sino, otro de tus YO, lo que tu mente interna anhela de
una pareja en tu máximo interior, es por tanto tu gemela en algunos aspectos, y
te ha también superado en otros.
- El hombre y la mujer son seres complementarios, pero tú la buscas
ciertamente, siguiendo el criterio de tus más profundos anhelos: vive ella
dentro de ti, y es el inconsciente tan preciso, que hasta hoz muestra lo que
ella misma debería sentir.
- He aquí del porque muchos se desilusionan al no encontrar lo que
buscaban, ya que le han idealizado a tal punto, que nadie sería capaz de
encajar con ese poderoso fantasma.
- Si no es aquí el engaño de las emociones; que cuando enamorados vemos
en el ser amado todas esas cosas que anhelamos y soñamos, enterrando así en un
baúl todo lo que sea contrario a este ser idealizado.
- Nunca debes mi amigo, idealizar al ser amado, ya que si no, andarás
siempre andando al lado de ese fantasma, que tal como ha venido de repente y
sin avisar guiado por los latidos de tu corazón, así de fácil desaparecerá ante
el cambio súbito de tu mirada.
Así digo alegremente al árbol.
- ¡Me ha quedado ya muy clara la naturaleza de ese ser que he visto
lleno de majestuosidad! Y así como no debo hacer de mis sentidos internos y
externos un criterio de verdad, tampoco deberé negarme del todo a lo que me
dicen estos en secreto.
- Iré ahora por el mundo con profunda cautela, primero disfrutando,
¡capturando!, y cuando no, ¡lo importante!, tratar de objetivarlo a mi máxima
esencia posible.
La mujer fantasmal cae de las ramas idealizadas en su copa.
¡Toma consciencia de sí misma!
Observa tímida hacia la rama de la cual cayeron las dos hojillas; se
acerca sonriente y tímida; besa mis labios suavemente: y asi; sin voz, y a
fuertes susurros; cita nuestras almas bajo el árbol de la vida y, ríe
dulcemente mientras se desvanece en el frío y húmedo viento de la tarde.
Me dice el árbol.
- ¡Nunca debes mi amigo dejar de buscarla!
Ahora sé que ella puede existir, solo he de buscar en la rama apropiada
del árbol de la vida.
Se torna entonces el árbol más pasivo y erguido, ¡quieto ya! cierra sus
susurros al mundo.